viernes, 26 de julio de 2013

HATFIELDS AND McCOYS: KEVIN COSTNER O LA ÉPICA DEL MEJOR WESTERN.

Sin estreno todavía en el país de la pandereta, y el desierto moral que nos asola, ni los piratas han podido aún echarle mano a esta joya, al menos con algo de español.

 
(Algo oí recientemente de que la había comprado el Plus, u otra cadena... Menos mal, pero ya les vale la tardanza, y el escaso buen gusto que se les resbala a veces de la boca... Como a la encantadora niña del exorcista los insultos...).

Yo la compré en Blu Ray en Usa y la visioné las pasadas Navidades. Inglés con subs en el mismo idioma, que uno aún no he podido acaparar el valor para tirarme a la piscina del idioma de la pérfida Albión a secas. Agua demasiado fría, de momento.
No excesivamente fácil de seguir, pero comprensible, dado el peculiar acento de la zona y las no menos singularidades lingüísticas propias del periodo referido.


En cualquier caso: OBRA MAESTRA ABSOLUTA.

O.M.A. como una casa, o un veteado de esmeraldas palacio cardenalicio.

Oda al mejor Costner de Bailando con lobos, o aquel otro prodigio del genero llamado Open Range.
Pero con un tempo más lento y espaciado, como corresponde a un producto dirigido a la televisión, y sin quizá los alardes técnicos de esta.
Pero con una ambientación, trabajo actoral y de dirección, a la altura del mejor producto audiovisual de referencia.
Una música impresionante, que también adquirí procedente de USA, y no paré de escuchar durante semanas fascinado.
 
En definitiva una prueba más de ese axioma que desde hace ya un tiempo se ha puesto de moda, y que no deja de responder a la verdad más descarnada, de que muy probablemente los mejores productos hoy día se realizan para la televisión, más que para la pantalla grande. Que parece haberse infantilizado y mediocrizado sin remedio.


De una duración de 290 minutos, a este menda se le hizo corta, y me la vi por supuesto de un tirón, precisamente entre la noche más buena del año (o eso dicen), y el día de Navidad.
Que mejor compañía para pasar tan señaladas, y a medida que uno se va haciendo mayor y descreído menos encantadas fechas.
Kevin las hizo mágicas de nuevo.
Acompañadas de un buen Bourbon, se pasaron plácidas y emocionantes como el mejor viaje en celuloide que recuerde.

Una historia fascinante, basada en hechos reales, muy conocidos en EEUU, pero bastante menos por aquí.
En mi irrenunciable afán por revelar lo menos posible de la trama (algo propio de críticos mediocres, meros publicistas torpes, muchas veces...), solo diré que la misma implica a dos familias o clanes, y varias generaciones.
Épica, como corresponde a cualquier Western de verdad, sigue sin embargo la línea marcada por la prodigiosa Sin perdón, y no deja de intentar no mitificar los hechos. Que estos se presenten en toda su crudeza; sin buenos o malos, y que cada cual juzgue la ambigua historia, repleta de grises, como la vida misma.
Épica y realista, demostrando que no hay porque edulcorar el ARTE, así con mayúsculas. Ni la vida misma; cuya esencia y corazón, aunque no lo parezca en ocasiones: es la esencia de la épica misma (tan solo hay que saber plasmarla sin excesos delirantes).

Solo también diré que a los fans del mejor Costner les entusiasmará. Al igual que a cualquier amante del mejor Western que se precie.
Ya que es SIN DUDA de lo mejor (¿lo único?), que se he hecho en el género los últimos años.

Kevin: te adoro tío, jamás olvidaré el estreno de Dancing with Wolfes, por aquel 1991 que parece que fue ayer por la noche. Y donde me hiciste sentir cosas (ganas de vivir, de marcharme a cualquier parte, a la frontera de cualquier mundo diferente a este...), que pocas historias han conseguido después, ni por asomo.

Eres GRANDE, chaval. Único y probable, y lamentablemente: irrepetible.


A la GRANDIOSA, MARAVILLOSA Y ÉPICA HATFIELDS AND McCOYS le doy un más que merecido: 8.


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