martes, 18 de octubre de 2011

BEREAVEMENT


Curiosa, pequeña película independiente, casi un ejercicio de estilo. Sobrio y efectivo.
Sí se quiere no muy original (¿qué lo es?...), pero muy bien apuntalado.

Una casa en el campo, un pequeño pueblo perdido en la inmensa campiña norteamericana, un par de adolescentes, un niño, una casa abandonada y un "serial killer" con serios problemas de autoestima, y retorcido amor filial.
Nada nuevo bajo el sol que más calienta, sí no es una dirección más que notable, y un afinado montaje, que se toma a sí mismo con calma, como debe ser, y va serpenteando en nuestras filias y fobias, al tiempo que las despliega en la pantalla con la precisión de un cirujano, y la cadencia mansa y magistral de la música clásica.

Correctas actuaciones de los míticos John Savage, y nuestro querido sargento Hicks; perdón quería decir: Michael Biehn.
Y la imprescindible adolescente entrada en carnes prietas y delicuescentes, que hace encenderse en nuestras almas algo muy parecido a lo que empuja al trastornado protagonista a masacrarlas sin descanso, ni para nuestra desánimo: alegría.

Recomendada para los aficionados al género, que seguramente disfrutarán con su visionado tanto como yo.


Le doy un 6.

martes, 4 de octubre de 2011

5150 ELM´S WAY


Curiosa película canadiense, por momentos tediosa y previsible; por otros oscura y fascinante.
De las que amas u odias, y que requieren del espectador un poco de paciencia y sensibilidad cinematográfica para poder apreciarla en toda su complejidad y magnitud.

Parábola del mal; de lo moral e inmoralmente correcto o incorrecto, y de la auténtica violencia. Que es siempre más la psíquica que la puramente física, a la postre.

Historia que habla e la fragilidad que nos coloca a merced de ciertos monstruos de la conciencia; nuestros o ajenos. Y lo sencillo que es hundir a una persona sana, con todo un futuro por delante, sin necesidad de utilizar ningún elemento punzante, más allá de la mente.

Película que le hubiera gustado a mi alter ego Hannibal Lecter, y que por ende a mi me ha acabado fascinando, casi tanto como él, y su mirada desolada e hiriente.
Fascinación con sorpresa, porque no pude entender todo el alcance de la misma hasta que aparecieron los títulos de crédito.

Película incómoda, pero no por los trucajes o artificios de las habituales historias del género "made in nuestro adorado Hollywood", ni por el gore de otras derivaciones del género, sí no por algo mucho más difícil de alcanzar: la incomodidad psicológica que nos coloca al personaje directo en nuestro subconsciente. Viviendo con él las mismas sensaciones de una situación demencial, y sin embargo extrañamente natural, y cercana.
Una forma de acercar y hacer creíble lo en principio anti-natural e increíble.
Hacerlo próximo, sucio y humano.
Y, finalmente: propio.

El personaje del "pater familias": impagable e inolvidable.
Capaz de congelarte la sangre con la más amable de las sonrisas, y la amabilidad del vecino de al lado.

Película que quizá solo se pudiera dar igual en los embriagadores paisajes helados de Canadá; su sociedad exquisitamente civilizada, aséptica y casi aterradoramente educada y distante.
Donde la atención extrema al cuidado de la privacidad de sus habitantes, hace que los muros se conviertan en barreras infranqueables detrás de las cuales se podría esconder cualquier cosa. Y sus calles de suburbio se transformen en páramos impolutos, atractivos y desoladores por igual.


Le doy un: 7.