martes, 4 de octubre de 2011

5150 ELM´S WAY


Curiosa película canadiense, por momentos tediosa y previsible; por otros oscura y fascinante.
De las que amas u odias, y que requieren del espectador un poco de paciencia y sensibilidad cinematográfica para poder apreciarla en toda su complejidad y magnitud.

Parábola del mal; de lo moral e inmoralmente correcto o incorrecto, y de la auténtica violencia. Que es siempre más la psíquica que la puramente física, a la postre.

Historia que habla e la fragilidad que nos coloca a merced de ciertos monstruos de la conciencia; nuestros o ajenos. Y lo sencillo que es hundir a una persona sana, con todo un futuro por delante, sin necesidad de utilizar ningún elemento punzante, más allá de la mente.

Película que le hubiera gustado a mi alter ego Hannibal Lecter, y que por ende a mi me ha acabado fascinando, casi tanto como él, y su mirada desolada e hiriente.
Fascinación con sorpresa, porque no pude entender todo el alcance de la misma hasta que aparecieron los títulos de crédito.

Película incómoda, pero no por los trucajes o artificios de las habituales historias del género "made in nuestro adorado Hollywood", ni por el gore de otras derivaciones del género, sí no por algo mucho más difícil de alcanzar: la incomodidad psicológica que nos coloca al personaje directo en nuestro subconsciente. Viviendo con él las mismas sensaciones de una situación demencial, y sin embargo extrañamente natural, y cercana.
Una forma de acercar y hacer creíble lo en principio anti-natural e increíble.
Hacerlo próximo, sucio y humano.
Y, finalmente: propio.

El personaje del "pater familias": impagable e inolvidable.
Capaz de congelarte la sangre con la más amable de las sonrisas, y la amabilidad del vecino de al lado.

Película que quizá solo se pudiera dar igual en los embriagadores paisajes helados de Canadá; su sociedad exquisitamente civilizada, aséptica y casi aterradoramente educada y distante.
Donde la atención extrema al cuidado de la privacidad de sus habitantes, hace que los muros se conviertan en barreras infranqueables detrás de las cuales se podría esconder cualquier cosa. Y sus calles de suburbio se transformen en páramos impolutos, atractivos y desoladores por igual.


Le doy un: 7.

No hay comentarios: