viernes, 28 de mayo de 2010

Sons of Anarchy; la cara salvaje de la libertad


O como la vida acaba pisando los ideales hasta convertirlos en barro. Y como ese barro nos ensucia, hasta acabar pegándose no sólo a nuestras botas, o nuestras relucientes chupas de cuero, sí no a algo mucho más profundo: nuestra identidad.

Cuando los mejores sueños se transforman en legañas y pesadez de estómago por la mañana.
Y como las pesadillas resultantes devienen a la postre en mediocridad, alivio, y rutina.
Acabando convirtiéndose finalmente la belleza en fealdad, y a la fealdad en inevitable, inexplicable belleza: la vida.


Todo eso es esta serie. Y también un prodigio, y un milagro. Una joya más de esta prodigiosa edad de oro de la televisión norteamericana.
Actores y actrices en estado de gracia, tocados por la varita de la naturalidad y la trasmutación fiel. Pareciendo haber nacido para el personaje, y el personaje haberse esculpido en sus caras con la precisión de un escalpelo.
Sumidos en la corriente traslucida de un guión exquisito. Con una candencia rítmica perfecta, que para sí querrían muchos seriales de la archi-alabada HBO.
De la que atesora la gran mayoría de sus virtudes, y ninguno de sus multiples, y nunca bien analizados defectos (como bien pudiera ser su lentitud; tantas veces exasperante...).


Una música hipnótica y una cámara de movimientos fascinantes, completan uno de los productos más excelsos e injustamente desconocidos de esta era genial en la pequeña pantalla. En la que es casi inevitable preguntarse dónde se encuentra ahora el verdadero Arte; sí en las salas tumultuosas infectadas de palomitas y familias enteras devoradoras de golosinas y emociones fáciles, o en el salón de nuestras casas.
Convertidos en pequeños santuarios donde degustar a solas, o en buena y respetuosa compañía, de historias mágicas y redondas como esta.


El gamberrismo desatado de las viejas pelis de moteros, y la sofisticación salvaje de unos Soprano.
Rostros duros como el asfalto, y la elegancia felina de las motos, unidas a las capillas sixtinas andantes de las pieles tatuadas, dan como resultado un mundo fascinante del que uno no querría tener que salir nunca. A pasar de la crueldad inherente a su realismo descarnado, y las implicaciones desbordantes de unas historias privadas que bien podrían haberse desarrollado en cualquier otro lugar o circunstancia, y la vez son propias e inseparables del lugar en el que transcurren. Esa dura América heredera de John Wayne y su violencia necesaria, su cara granítica, y sus modales de vaquero extraña y recónditamente sentimental.


Eso es todo, y mucho menos de lo que compone una de mis series favoritas de la actualidad (sí no "mi serie favorita"...); aquello que podría definirse, sin temor a equivocarse, como "obra de culto" para el que esto escribe.

Que espera y desespera para poder saborear la 2ª temporada, de estos amigos lejanos en que se han convertido los personajes de la serie. Y en especial su joven protagonista, al que hasta perdonamos su eventual pose de adonis y la melena rubia, para sumirnos en los pensamientos torturados, y lo gélido de su mirada.


"Sons" se merece, como mínimo, un 9.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Dead Set, o el apocalipsis zombie británico


O lo que pasaría sí los infectados de Boyle-Fresnadillo dieran el salto a la pequeña pantalla, entrando directamente en nuestras casas a través de un programa tan cotidiano para muchos y aparentemente inocuo como Gran Hermano...
Inocuo sólo en apariencia, como viene a demostrar al fin y a la postre esta sorprendente serie, que cuestiona directamente sí no sería incluso preferible una presunta invasión zombie, a la infinita postración y lascivia intelectual a la que está abocada en un 99% esta sociedad, a través de su sacro santa pequeña pantalla.
Icono y altar que preside la vida y lo salones centrales de las casas del 99% de la población moderna, en los llamados países "civilizados".

Y demuestra como, llevando al extremo el esperpento se puede llegar a rozar la verdad, poner al descubierto las costuras putrefactas de la presunta realidad que nos rodea diariamente, con la misma ansiedad de carne y espíritu humano que un zombie cualquiera que se precie...

¿Son más "zombies" los concursantes del gran hermano, que los de la ficción?
¿Nos convierte a todos los que vemos esa presunta "no ficción" en poco menos que zombies?...


Todas estas preguntas plantea esta estupenda producción, sin dejar de ser una magnífica muestra de ficción del género, que no desmerece en absoluto de sus hermanas mayores 28 días/ semanas después. E incluso supera con creces a multitud de deleznables subproductos, que brotan por doquier en esta nueva edad dorada de nuestros entrañables y queridos muertos vivientes.


Con un plantel de actores desconocidos, al menos fuera de las fronteras del Reino unido, que bordan el papel sin caer por milésimas en el histrionismo fácil, sacándole con aparente sencillez todo el jugo cómico estereotipado en este tipo de subproductos catódicos.
Una ambientación excelente, y una cámara ágil que demuestra haber aprendido del cine moderno lo suficiente para estar a su altura sin desmerecer, completan los indiscutibles méritos de esta pequeña maravilla contemporánea.


En resumen es esta serie un producto sorprendente por su calidad y su trasfondo, digno de una de las mejores televisiones del mundo. Que no decepcionara tanto a los aficionados al género, como a cualquiera que se acerque a ella por casualidad buscando sencillamente una buena historia, y algo de la inteligencia que tanto escasea tanto en la TV, como en la gran mayoría de las películas del ramo.

¡Bien por la moderna televisión británica, que sabe año tras año superase a sí misma, sorprendernos, y darnos cosas de esta magnitud!!!
Muy probablemente los únicos que son capaces de estar a la altura, y seguir la estela de sus primos, al otro lado del charco.


Dead Set se merece SIN DUDA un 8.

miércoles, 5 de mayo de 2010

INFECTADOS


¿Qué es un "infectado"?
¿Qué significa "estar infectado"?
¿Quienes son "los infectados"?
...

En esta sociedad muchos; cualquiera.
Cualquiera al que le sobren unos kilos, o se haya olvidado del maquillaje un solo día, u ose llevar la contraria, de la más mínima forma a la manera de pensar de la mayoría. Aquello que llaman jocosamente: lo "politicamente correcto".

Cualquiera que haya nacido feo, o al que le huela el aliento...
Cualquiera que en este país se atreva a hacer una película que no sea de pretendida denuncia social, un dramón insoportable, o una comedia botarate.
Que no le baile los vientos a lo politicamente correcto de la sancro santa academia de cine española, o a sus círculo de adláteres aduladores. A la imbecilidad y la falsa progresía imperante, travestida de fatuo intelectualismo barato.

Y eso es precisamente lo que se han atrevido a hacer nuevamente esta pareja de jóvenes y talentosos cineastas españoles, afincados en la verdadera cuna del cine, allá por las verdes colinas de Hollywood.

"Cine de género del bueno". Impecablemente rodado, con la precisión de una bomba de relojería, magnificamente ambientado, con un guión modesto, pero implacable. Sin alardes, pero también sin carencias. Como el motor engrasado de un fórmula indy adolescente.

Con una duración ajustada, esta película no debería defraudar a nadie que no espere otra cosa (¿una de zombies?...), y sea feliz con una trama bien urdida, y un suspense digno del mejor artesano made in USA.
Aunque estos chicos no lo sean.

Se les ha acusado, entre otras cosas, de alarmante "falta de originalidad"... Y esto es algo que ya estoy harto de oír a críticos supuestamente "sesudos". Cuando quieren poner a caldo una producción sólo tienen que agarrase al mismo argumento facilón y estéril...
¿Y es que hay algo realmente original en el universo cinematográfico? ¿La magistral, que tanto alabaron; 28 días después, no está casi literalmente copiada escena por escena de muchos films de zombies del Maestro Romero?
Además: sí algo funciona, y nos gusta, ¿por qué narices cambiarlo?

No es nada sencillo ensamblar una buena historia (y sí no: que prueben ellos a ver qué les sale...), como no lo es escribir un buen guión. Aunque sea con argumentos y escenarios similares a otros ya vistos.
Y en este caso los hermanos Pastor lo han conseguido de sobra.

¡Bien por ellos! Hip, hip: ¡hurra!
Por fin un par de españoles con pelotas (que unen a otros como Collet Serra, etc), para irse a hacer cine donde importa, atreverse a pelear con los mejores, y estar a su altura sin tambalearse.

Infectados se merece, sin duda, un: 7.