martes, 28 de septiembre de 2010

SEVEN



Esta película, más que una película es un estado de ánimo.

Enfermedad, decrepitud, vacío.
Sentir como tu vida te ha pasado, como un arado en la tierra, sin apenas darte cuenta.
Despertar un día postrado en un cama, como quien habita un bote a la deriva, sin tener ni idea de cómo se ha llegado.
Mirar alrededor con ojos abatidos, como un caballo enfermo al final de la carrera.
Ansiar tan sólo el retiro, y el descanso bien ganado, como el buey manso al acabar la jornada.
Amortiguación de la esperanza a lo mínimo y predecible.
Contemplar anocheceres desde el porche de tu casa, esperando el final.
Esperando sin ansia, pero también sin miedo.

Viendo a tu alrededor cómo el mundo se deforma, y sucumbe a su propia ansía de triunfo. A sus propios placeres vanales.
Sus siete pecados capitales.
De los que unicamente la pasión inconsciente de la locura, podrá quizás salvarnos.
Infundirnos ánimos nuevos, en mitad de la desolación y la nada. Prestarnos unos ojos sucios, pero efectivos, para renovar la sangre en nuestras venas.
Curiosa paradoja, que sólo en la locura, se pueda hallar la cura.
Sólo en la marginalidad: el individuo estable, poderoso, íntegro.
Apasionado y bello, cual ave Fenix en llamas.

Saciado de su propia muerte, henchido por su devastación. Pleno de lujuria con sentido, y magnífica. Pleno de vida. Fulgor despiadado en mitad del cáos.
Como el anticristo anunciado.
La vara de Jesús.
El azote de los bárbaros e impíos.
El angel exterminador de la miseria.
La catacumba hueca de la mediocridad.
El aldabonazo pétreo en nuestros tímpanos.
La pistola justiciera en nuestra nuca.
La mirada helada de nuestro salvador.
Nuestro asesino.
Verdugo de nuestros implacable de nuestra vaciedad, de nuestros secretos, de nuestra impotencia.
Justiciero anónimo de Dios.

John Doe= Juan Nadie.
Henchido de la vanidad del justo.

Nuestra propia conciencia encarnada. Nuestros anhelos frustrados. Nuestros sueños imposibles. Nuestro futuro abandonado, prescrito. Nuestra nada ofensiva, parlante, y purulenta.
Nuestros amores perdidos. Ilusiones rotas, adolescencia frustrada; desertor de nuestra abulia enardecida.
Espectro de nuestra impotencia, fantasma de nosotros mismos.

¿Acaso nos merecemos otra cosa?

1 comentario:

Unknown dijo...

No es magnífico este escrito?
Al igual que el film que trata.